8 de junio de 2011

La Economía Solidaria se pone de moda

Durante la celebración del Foro Social de Madrid se escuchó de boca de grandes expertos que "la Economía Solidaria se pone de moda" o que "se pasa a la derecha". Nada más lejos de la realidad. Desde los sectores de la banca ética se asiste de forma atónita a la aparición de nuevas formas bancarias que se venden como solidarias y en realidad no lo son. Encontramos unos de los casos más recientes en el nacimiento de Bankia, fruto de la unión de varias entidades bancarias “tradicionales” de nuestro país.

Estos nuevos productos económicos buscan desarrollar sus actividades en ámbitos tan dispares como la banca minorista, la banca de empresas, las finanzas corporativas, mercado de capitales, etc. Sin embargo, el poder de la publicidad ayuda a vender tales productos apelando a las formas pretendidamente solidarias y éticas que afirman desarrollar, cuando los objetivos más importantes para estas entidades son fortalecer capitales, incluir nuevos inversores y cotizar en bolsa como método principal de financiar sus operaciones.

Otras entidades financieras difunden sus Bancas Cívicas como iniciativas innovadoras en las que son los clientes quienes deciden los proyectos sociales que apoyan. En estos casos, estas entidades también se valen de herramientas publicitarias para diferenciarse del resto de formas bancarias y poder aparecer en el mercado como un modelo transparente y participativo.

Este modelo pretendidamente solidario vende la idea de que las entidades sociales progresan con la Banca Cívica, ya que cuantos más productos y servicios tengan contratados los clientes, más beneficio generan y más dinero obtienen para sus proyectos sociales dichas entidades.

Las formas de economía solidaria se basan en principios como la cooperación, los criterios ecológicos y el respeto por el medio ambiente, la solidaridad, la ausencia de lucro, etc., principios estos que no son compartidos por las formas económicas y sus modelos de gestión comentadas anteriormente.

Por otra parte, el comercio justo o solidario surgió en los años 80 y durante mucho tiempo permaneció confinado en las tiendas asociativas y en los pequeños comercios ecológicos. Comprar artículos comestibles en estos lugares manifestaba la expresión de solidaridad entre los consumidores del norte y los pequeños productores del Sur.

Los productos de comercio justo aparecen como forma alternativa de economía respetuosa con el medio ambiente y garante de unos derechos sociales y unas relaciones de igualdad entre productores y distribuidores. Los consumidores pagamos un precio un poco más caro con el objetivo primordial que el pequeño productor gane un poco más. Con esta acción el comercio justo intenta evitar las grandes diferencias entre el precio que pagan por un producto los consumidores del primer mundo y el dinero que se les paga a sus productores en el tercer mundo, además de evitar la explotación de los trabajadores.

Sin embargo, el comercio justo también se pone de moda. Desde hace unos años, las grandes distribuidoras alimentarias han comenzado a incluir productos de comercio justo y solidario en sus grandes superficies y centros comerciales. Monoprix y Auchan fueron los primeros y les siguieron otros grupos como Leclerc, Carrefour e Intermarché. Los productos justos se fueron instalando en los pasillos de las grandes superficies, y ahora no sólo los vemos en algunas estanterías aisladas y perdidas, sino que hay pasillos y secciones enteras dedicadas a ellos.

Este creciente interés por el comercio justo por parte de grandes superficies responde a una estrategia comercial para ampliar el mercado de distribución y venta. Algunas multinacionales han empezado a sacar productos y marcas propias de comercio justo con un sello de garantía. A través de este sello se establece qué es y qué no es comercio justo, y por tanto, la tienda de comercio ecológico se hace prescindible. Según Esther Vivas, esta certificación reduce la complejidad del comercio justo al producto, sin tener en cuenta al resto de actores que participan en la cadena comercial. Por tanto, vincular estas empresas al comercio justo está produciendo una pérdida de credibilidad y de claridad del mensaje.

Desde diversos movimientos sociales se han presentado una serie de consideraciones a tener en cuenta en el comercio de productos justos, solidarios y ecológicos:

  • En primer lugar: comercio justo no significa vender más. El comerci justo tiene por objetivo cambiar las injustas reglas del comercio internacional y someter al comercio a las necesidades de los pueblos y de los sectores oprimidos. Vender más a través de las grandes superficies nunca nos permitirá modificar las injustas reglas del sistema comercial ya que éstas son las primeras interesadas en mantener un modelo comercial injusto que les reporta importantes beneficios económicos.
  • En segundo lugar: comercio justo no es un listado de criterios. El comercio justo es algo mucho más complejo que un producto producido en base a unos criterios de justicia social y medioambiental, el comercio justo es un proceso comercial que va desde el productor al consumidor final, teniendo en cuenta a toda una serie de actores que participan en esta cadena comercial (importadora, transformadora, distribuidora...). Si se aplicasen los criterios de comercio justo a los supermercados y grandes superficies que en la actualidad venden productos de comercio justo, éstos no cumplirían ninguno de estos criterios.
  • En tercer lugar: Comercio justo no significa sólo una relación comercial con el productor. No podemos limitar el comercio justo a una mera transferencia monetaria Norte-Sur. Debemos de trascender esta visión asistencial por una perspectiva de solidaridad internacionalista entre productor y consumidor, en lucha contra el modelo de globalización capitalista. Los supermercados someten y explotan al pequeño productor y agricultor con el objetivo de conseguir unos productos cada vez más baratos, pagando incluso por debajo del precio de coste. Los campesinos cada vez reciben menos dinero por su producción y los consumidores cada vez pagamos más por estos productos. ¿Quién se beneficia?
  • En cuarto lugar: Comercio justo no es sólo Norte-Sur. La justicia en las prácticas comerciales no sólo debe limitarse al comercio entre países del Norte y del Sur, debemos de reclamar una justicia comercial tanto a nivel internacional como estatal y local y por lo tanto exigir también un comercio justo Norte-Norte y Sur-Sur. Un comercio justo estatal y local implica poner el énfasis en la comercialización de productos locales y de proximidad elaborados por actores de la economía solidaria y defender el derecho de los pueblos a la soberanía alimentaria. Las grandes cadenas de distribución promueven una agricultura y una producción deslocalizada para conseguir productos tan baratos como sea posible, elaborados en países del Sur vulnerando los derechos ambientales y laborales, para luego venderlos tan caros como puedan.

Estas contradicciones quedan reflejadas en el documental de nacionalidad francesa del año 2009 “¿Comercio justo a cualquier precio?”, dirigido por Hubert Dubois y con una duración de 52 minutos.

A través del siguiente enlace se puede visualizar este documental junto con otros dos emitidos en el programa de tve2 “La Noche Temática: Consumo desmedido” del 18 de diciembre de 2010:

  1. Documental de EE.UU del año 2006 “Preparando la Navidad” del director Ian Wee.
  2. Documental de EE.UU del año 2007 “¿Que compraría Jesucristo?” del director Rob VanAlkemada.

http://preocuparte.blogspot.com/2011/04/consumo-desmedido.html


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